Un grupo de científicos sostiene que la boca podría funcionar como reservorio de bacterias intestinales que causan y agravan enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), que incluye la colitis ulcerosa (CU) y la enfermedad de Crohn (EC). Su análisis podría abrir las puertas hacia el desarrollo, muy necesario por cierto, de tratamientos efectivos contra estas enfermedades. Si bien se sabe que la EII, la CU y la EC tienen que ver con un desequilibrio en la microbiota intestinal, las causas subyacentes continúan siendo un misterio. Según estudios anteriores, las bacterias de la boca no suelen vivir en un intestino sano, porque compiten por el espacio con la comunidad microbiana, abundante de forma natural, que allí reside. Curiosamente, se han encontrado cantidades elevadas de bacterias originadas en la cavidad bucal en la flora intestinal de personas que sufren de EII, VIH, cirrosis hepática y cáncer de colon. Para investigar este tema más a fondo, Koji Atarashi y sus colegas tomaron muestras de saliva de pacientes con EII y EC y las trasplantaron en ratones libres de bacterias. Los investigadores observaron que algunas cepas de la especie bacteriana Klebsiella aisladas de la saliva que habitaban en el intestino provocaron una fuerte respuesta inmunitaria de los linfocitos T en algunos de los roedores. Los autores explican que, como se sabe, la Klebsiella coloniza los intestinos cuando el microbioma ha sido afectado y, por esa razón, puede provocar una severa inflamación en un huésped genéticamente propenso, lo cual en última instancia podría contribuir a la aparición de una enfermedad intestinal. Los investigadores resaltan que los resultados podrían proporcionar una estrategia terapéutica para corregir la EII y muchos otros trastornos relacionados, tomando como objetivo terapéutico las bacterias originadas en la boca, particularmente la Klebsiella. En un artículo de Perspective relacionado, Xuetao Cao et al. analizan estos descubrimientos en mayor profundidad.
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