Durante la época de máxima migración, cuando la temperatura del aire aumenta a principios de mayo, más de 500 millones de aves migratorias alzan vuelo cada noche, según un nuevo estudio. Este informe presenta una nueva forma de predecir las migraciones de aves a escala continental usando sistemas de pronóstico del clima por radar, que también detectan las bandadas de pájaros que pasen por ellos. Cada año, cuando miles de millones de aves cruzan los cielos con las alas extendidas para migrar, cientos de millones de ellas mueren por el camino al chocar contra estructuras artificiales y vehículos, como aerogeneradores y aviones. La capacidad de predecir el momento exacto y el movimiento de la migración de las aves podría ayudar a reducir en gran medida esta mortalidad. Mientras que los estudios anteriores demostraban que las razones ambientales, como los vientos, la temperatura, la presión atmosférica y las precipitaciones, desempeñan un importante papel a la hora de determinar cuándo alzarán el vuelo grandes grupos de aves; las complejas interacciones entre estas condiciones y las diversas conductas de muchas especies han hecho que predecir la migración de las aves constituya todo un desafío. Mediante observaciones de una red meteorológica continental llamada «Radar de próxima generación» (NEXRAD), Benjamin Van Doren y Kyle Horton crearon un modelo de predicción que captura los patrones migratorios de los pájaros con una alta precisión espacial. Utilizando este modelo, en el que se combinan 23 años de observaciones por radar Doppler sobre la migración nocturna de primavera con datos sobre la condición atmosférica, Van Doren y Horton pudieron explicar hasta un 81 % de la variación en el momento y la intensidad de la migración en diferentes zonas de Estados Unidos y predecir los movimientos migratorios con hasta una semana de anticipación, así como también estimar el número total de aves que harían dicho viaje. Dado que la migración de las aves está caracterizada por momentos de viaje marcados separados por períodos de baja actividad, poder predecir cuándo se producirán ambos podría ayudar a tomar medidas temporales para evitar la mortalidad humana y aviar, redireccionando el tráfico aéreo, reduciendo la contaminación luminosa o disminuyendo la velocidad de los aerogeneradores, tal como sugieren los autores.
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