Los investigadores han identificado en monos dos nuevas áreas del cerebro que facilitan el reconocimiento de rostros familiares. Durante un tiempo, los científicos sabían de la existencia de una red de regiones del cerebro para el reconocimiento facial, si bien el proceso subyacente de cómo los primates distinguen las caras conocidas de las no conocidas resultaba esquivo. Una hipótesis es que el reconocimiento de rostros conocidos y desconocidos emplea la misma maquinaria neural, pero con diferente eficiencia. Una hipótesis alternativa es la de la implicación de sistemas neuronales separados. En un reciente estudio, Sofía Landi y Winrich Freiwald confirman esta última. Usando la resonancia magnética funcional, han estudiado la actividad cerebral de cuatro macacos al ser expuestos a rostros conocidos y desconocidos, así como a objetos. Observaron dos áreas del cerebro, la corteza perirhinal (CPr) y una otra en el polo temporal (PT), específicamente involucradas en el reconocimiento de rostros personalmente conocidos, pero no en los otros dos escenarios. Los autores realizaron entonces un experimento clásico de reconocimiento facial en el que una cara se ve borrosa inicialmente y es enfocada progresivamente, proporcionando un gradiente para el reconocimiento. Mientras otras regiones de procesamiento visual muestran actividad coherente durante la transición, los circuitos PT y CPr se activan esporádicamente con el reconocimiento facial.
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