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¿Los animales menos sociales son los más innovadores?

Dromedarios y cabras, los más hábiles

Peer-Reviewed Publication

University of Barcelona

¿Los animales menos sociales son los más innovadores?

image: Álvaro López Caicoya, primer autor de la investigación. view more 

Credit: Bibiana Álvarez

La innovación, es decir, la capacidad de encontrar soluciones a problemas nuevos o soluciones innovadoras a problemas conocidos, proporciona beneficios cruciales para la adaptación y supervivencia de los seres humanos y también de los animales. ¿Qué características hacen que unas especies o unos animales concretos sean más innovadores? Un estudio de la Universidad de Barcelona ha analizado esta habilidad cognitiva en los ungulados, un grupo de mamíferos como son los dromedarios, caballos o cabras, caracterizados por caminar sobre los extremos de los dedos, generalmente con uñas o pezuñas. Los resultados muestran que los individuos menos integrados en el grupo y los que tenían menos miedo de los objetos nuevos fueron los mejores en la resolución de un reto planteado por los investigadores: abrir un recipiente que contenía comida.

«Estos hallazgos están en línea con la reciente literatura científica sobre primates salvajes y cautivos, y demuestran que los individuos socialmente menos integrados tienen menos probabilidades de obtener recursos como alimentos, pero también más probabilidades de superar la neofobia  —la aversión a las cosas nuevas— para intentar mejorar su situación. Además, confirman que los ungulados son un taxón prometedor para probar teorías evolutivas con un enfoque comparativo», explica Álvaro López Caicoya, investigador predoctoral de la Facultad de Psicología y del Instituto de Neurociencias (UBneuro) de la UB, y primer autor del artículo.

En este sentido, el investigador señala que la mayoría de estudios comparativos sobre la evolución de las habilidades cognitivas se han hecho en aves y primates, pero que las presiones evolutivas a las que están sometidos pueden ser diferentes de las de otras especies. Así, incluir otros taxones —como el de los ungulados— en futuras investigaciones es «esencial para entender los límites y la generalización de hipótesis evolutivas específicas».

En el estudio, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B, también ha participado la profesora de la Facultad de Psicología e investigadora de UBneuro Montserrat Colell, juntamente con otros expertos del Instituto de Antropología Evolutiva Max Planck y la Universidad de Leipzig (Alemania).

Un experimento con un centenar de animales en cautividad

El experimento se hizo con 111 animales de 13 especies diferentes, entre los que había cabras, dromedarios, caballos de Przewalski, jirafas, llamas, ovejas y ciervos, entre otros ungulados, que vivían en cautividad en los zoos de Barcelona, de la Barben (Francia) y de Nuremberg y Leipzig (Alemania). Cada uno de estos grupos de animales debía enfrentarse a una prueba que consistía en abrir un tipo de recipiente que desconocían y que contenía la comida preferida de cada especie.

Previamente, a todos los animales se los había clasificado según diversos aspectos que podían tener un impacto en sus habilidades para resolver problemas, como el miedo a los nuevos objetos, la dieta y la integración social en el grupo. El objetivo era identificar las características individuales y socioecológicas de los animales con mayor éxito ante el desafío planteado por los investigadores.

Dromedarios y cabras, los más hábiles

La participación en el experimento varió mucho entre especies: mientras que se acercaron a los recipientes el 100 % de los dromedarios, solo lo hicieron el 33 % de las ovejas. Pero las especies que más interactuaron con los recipientes fueron las domesticadas y las que tenían una mayor dinámica de fisión-fusión (las que forman parte de grupos complejos que se unen y se separan según el entorno y el momento). Sin embargo, estas características no resultaron indicadoras de una mayor capacidad para resolver el reto al que se enfrentaban. «El proceso de domesticación podría haber seleccionado específicamente los rasgos y las habilidades que facilitan las interacciones con los humanos (y los artefactos humanos), pero no las habilidades cognitivas que permiten una resolución de problemas más eficiente», argumentan los investigadores.

Finalmente, del centenar de animales que participaron en el experimento, solo el 36 % consiguieron abrir el recipiente y acceder a la comida al menos una vez. «Las especies con un mayor porcentaje de individuos que lo consiguieron fueron los dromedarios y las cabras, con un 86 % y un 69 % respectivamente», resalta Álvaro López Caicoya.

En los casos de éxito, los investigadores también evaluaron la diversidad de recursos utilizados para resolver el reto. «La mayoría abrieron los recipientes con la nariz, el bozal o los labios; solo nueve de estos cuarenta animales usaron más de una estrategia para resolver el reto, como por ejemplo levantar suavemente la tapa con los labios o lanzar el vaso al suelo», explican en el artículo.

Un estudio pionero

Esta publicación es un trabajo pionero en la investigación sobre la cognición de los ungulados, ya que «apenas hay un puñado de estudios» similares con estas especies. «Tradicionalmente se los ha considerado ganado y no ha interesado su comportamiento o entendimiento. Gracias a este y a otros estudios, empezamos a ver que también son animales con comportamientos complejos que vale la pena estudiar», destaca Álvaro López Caicoya.

En este sentido, el investigador de la UB subraya la necesidad de llevar a cabo más investigaciones que incluyan más especies e individuos, tanto en cautividad como salvajes, y retos más complejos, para poder generalizar los hallazgos. «Los ungulados son un modelo excepcional para la investigación comparada y este estudio es solo un primer acercamiento a la cognición de estas especies», concluye.

 


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