En el mayor análisis genético de variedades de vid realizado hasta la fecha, que incluye muestras de ejemplares de colecciones privadas no documentadas hasta ahora, los investigadores aportan nuevos datos sobre cómo, cuándo y dónde se domesticaron las vides para producir vino o consumirse en la mesa, una cuestión que lleva mucho tiempo planteándose. "Este trabajo representa un gran esfuerzo de colaboración internacional, difícil de realizar en cualquier circunstancia pero especialmente durante la pandemia de COVID-19 y los cierres provocados por esta", afirmó el autor Wei Chen, que también participará en una sesión informativa con acceso restringido sobre este estudio esta semana.
Aunque el vino y la uva son muy importantes culturalmente, ha resultado difícil confirmar cuándo y dónde se domesticaron el vino y la vid de mesa. Ello se debe en gran medida a que no se han realizado análisis de secuenciación genética suficientemente amplios en las variedades de vid. En consecuencia, hay varias hipótesis al respecto dentro de la literatura que siguen siendo inciertas. Por ejemplo, los investigadores consideraban que la uva de vino cultivada (Vitis vinifera) tuvo una única domesticación en Asia occidental, de la que proceden todas las variedades de vino, y que se produjo antes de la llegada de la agricultura. También pensaban que las vides de vino se cultivaron antes que las vides de uva de mesa. Actualmente, un estudio de Yang Dong y sus colegas rebate ambas hipótesis. Basándose en los amplios datos genéticos de la vid estudiados, su estudio demuestra que hubo dos acontecimientos de domesticación de la vid de vino cultivada en dos lugares distintos -Asia occidental y la región del Cáucaso- separados durante el último avance glaciar. "A pesar de estar separados por más de 1 000 [kilómetros], los dos procesos de domesticación parecen haber ocurrido contemporáneamente con un alto grado de firmas compartidas de selección sobre los mismos genes", escribe Robin Allaby en un artículo de Perspective relacionado. Es más, demostraron que dichos acontecimientos de domesticación tuvieron lugar hace 11 000 años, en consonancia con la aparición de la agricultura, y unos 4 000 años más tarde de lo que algunos estudios han demostrado. Los datos genéticos también sugieren que las uvas de vino y las de mesa se cultivaron al mismo tiempo, y no fue la vid de vino la primera. Los autores también identifican algunos genes implicados en la domesticación de la uva -mejorando el sabor y el color y la textura- que podrían ayudar a los vinicultores a mejorar el vino actual y a hacer que las variedades sean más resistentes al cambio climático y demás factores. Entre dichos hallazgos, han descubierto más cosas sobre la genética subyacente al color de la uva blanca y al antiguo sabor moscatel; al menos un alelo subyacente al sabor moscatel puede ser perjudicial para la salud de la planta, afirman.
Para realizar este trabajo, Dong y sus colegas generaron un genoma de referencia de alta calidad a nivel cromosómico de la vid silvestre progenitora Vitis sylvestris. A continuación, volvieron a secuenciar más de 3 000 muestras individuales de plantas de vid recopiladas en amplias localizaciones geográficas, tanto silvestres como de colecciones privadas. "Nuestros colaboradores recurrieron a sus contactos y buscaron variedades antiguas y locales", afirmó Chen. "Por ejemplo, muchas de las [muestras] de Armenia procedentes de viñedos viejos resultaron ser variedades no documentadas". El material multimedia relacionado con este trabajo incluye vídeos de varios colaboradores internacionales reflexionando sobre el proceso y el significado del estudio.
Journal
Science
Article Title
Dual domestications and origin of traits in grapevine evolution
Article Publication Date
3-Mar-2023