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Se necesita un "cambio de paradigma" en vista del riesgo de infección respiratoria de los sistemas de ventilación en interiores

Peer-Reviewed Publication

American Association for the Advancement of Science (AAAS)

Durante décadas, gobiernos de todo el mundo han invertido grandes cantidades de iniciativas legislativas y recursos en la seguridad alimentaria, el saneamiento y la calidad del agua potable para fines de salud pública. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de la calidad del aire de los espacios públicos de interior, en los que la propagación de patógenos transportados por el aire -tanto los que causan el resfriado común como la COVID-19- generalmente se considera una "parte ineludible de la vida diaria". En un Foro de Políticas, Lidia Morawska y sus colegas abogan por un cambio profundo en la forma en que los diseñadores de políticas y los ingenieros de construcción consideren y aborden la calidad del aire en los interiores y la salud, para reducir la propagación de infecciones respiratorias. Según Morawska et al., de manera similar a como se han eliminado en gran medida las enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua en los países desarrollados, es posible lograr un aire limpio y libre de patógenos en los edificios y espacios públicos de interior. Sin embargo, hacerlo requerirá un "cambio de paradigma" en la forma en que científicos, ingenieros y responsables de salud pública consideran y abordan este riesgo. Los autores proponen varios pasos, entre los que se incluye el desarrollo de recomendaciones sobre medidas preventivas que aborden todos los modos de transmisión de infecciones respiratorias de una manera adecuada y equilibrada, basadas en los últimos desarrollos de la ciencia. Señalan también que la recientemente publicada Hoja de ruta de la OMS sobre ventilación es "un paso importante", aunque aseguran que no llega a reconocer el peligro de la transmisión de infecciones respiratorias por vía aérea y, a su vez, la necesidad de un control de riesgos. "La pandemia de COVID-19 ha revelado lo poco preparado que estaba el mundo para responder a ella, a pesar del conocimiento adquirido a partir de las pandemias que han tenido lugar durante los siglos pasados", escriben los autores. "En el siglo XXI, necesitamos establecer los cimientos para garantizar que el aire en nuestros edificios esté limpio, con un recuento de patógenos sustancialmente reducido, y contribuya a la salud de los ocupantes de los edificios del mismo modo que lo esperamos para el agua que sale de nuestros grifos".

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