Los bebés que observan a los adultos fracasar en la consecución de un objetivo son más propensos a persistir cuando se enfrentan a sus propias pruebas difíciles, informan los científicos. Los resultados indican que los bebés aprenden la perseverancia a partir de modelos de conducta adultos y que los bebés pueden absorber conceptos abstractos sobre cómo comportarse observando la tenacidad en los demás. Están surgiendo pruebas de que los niños en edad escolar que aprenden a perseverar pese a los fracasos iniciales logran un mayor éxito en su vida posterior, si bien los científicos no han podido determinar si los bebés muy pequeños aprenden esa determinación directamente de los adultos. Para determinar si los bebés pueden asimilar la perseverancia mediante la observación de adultos tenaces, Julia Leonard y sus colegas midieron cuánto tiempo persistían los niños de 15 meses en una tarea después de ver a los adultos ejercer cantidades variables de esfuerzo. Algunos bebés vieron a un adulto tener éxito en una de dos tareas (que podía ser abrir un recipiente o sacar un juguete de un llavero) después de luchar durante treinta segundos, un segundo grupo de bebés vio a adultos completar el ensayo sin esfuerzo en 10 segundos y un tercer grupo (línea de base) no observó ninguna manifestación por parte de un adulto. Cuando se presentó a los bebés un problema diferente -activar una caja de música de juguete presionando un botón (no funcional)- los bebés que habían visto a los adultos luchar y tener éxito realizaron más intentos frustrantes que los que habían observado que los adultos no realizaban ningún esfuerzo o que el grupo de la línea de base. Los científicos vieron resultados similares en un experimento de seguimiento en el que los adultos que realizaban la demostración no se dirigían directamente a los bebé ni mantenían contacto visual, aunque los efectos eran más débiles.
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