El artículo, que tiene a Sean Westwood (Darmouth College) como investigador principal, cuenta entre sus coautores a distintos investigadores de las universidades de Stanford, Antwerp y el Berlin Social Science Center, así como a los profesores de la UPV/EHU Rafael Leonisio y Luis Miller.
El artículo parte de los estudios experimentales realizados en Estados Unidos utilizando el denominado juego de confianza, experiencia en la que participan dos jugadores. El jugador A tiene asignados 10 dólares y tiene que decidir cuántos de esos 10 dólares envía al jugador B. Cualquier cantidad que envíe le será multiplicada a B por tres. El jugador B, finalmente, tiene que decidir cuánto dinero devuelve a A, de modo que el dinero que A envíe mediría el grado de confianza que tendría en B, es decir, el grado en el que A se fía de que B le devuelva parte del dinero entregado.
En el estudio, los autores comprobaron que los participantes confiaban menos (enviaban menos dinero) en participantes con distinta ideología (demócrata o republicana) que en aquellos con los que sí compartían voto. Mientras la división partidista tiene un efecto significativo sobre la confianza, no se encontró que interactuar en el juego con personas de origen racial distinto afectara de igual modo a la confianza. De aquí concluían que la animadversión hacia personas opuestas ideológicamente es mayor a la profesada hacia personas de distinta raza.
Tras ese estudio realizado en la sociedad norteamericana, la investigación ahora presentada consistía en replicar el experimento en tres sociedades con sistemas políticos distintos al estadounidense: Reino Unido, Bélgica y Euskadi, comparando los resultados obtenidos según la ideología con los obtenidos según otros parámetros: religión, en el caso de Reino Unido; región en el caso de Bélgica; y el origen (ascendencia autóctona o no) en el de Euskadi.
Al igual que en el resto de territorios analizados, se ha comprobado que en Euskadi la discriminación basada en el criterio étnico era muy pequeña, mucho menor que la producida por la simpatía hacia distintos partidos políticos. Del mismo modo, considerando el doble parámetro izquierda-derecha, nacionalista-constitucionalista, se comprueba que la cercanía en alguno de los dos ejes moderaba el efecto negativo del sesgo partidista.
¿Qué hace que la discriminación partidista siga en aumento cuando se asiste a avances en la reducción de otros tipos de discriminaciones? En opinión de Rafael Leonisio y Luis Miller existen norman sociales contra otro tipo de discriminaciones, pero no contra la partidista. Así, al contrario de lo que ocurre con la discriminación racial o de género, que están fuertemente sancionadas por normas sociales, no existen las correspondientes presiones en el caso de la discriminación partidista. Como nos demuestran a diario los debates y las tertulias políticas en España y en otros países de nuestro entorno, la hostilidad y el prejuicio hacia los que no comparten nuestras ideas políticas están plenamente aceptados socialmente y apenas nos provocan sonrojo. Y es que la retórica de la mayoría de los líderes de los partidos hace que parezca perfectamente aceptable despreciar a los oponentes políticos.
Referencia bibliográfica
Westwood, S, Iyengar, S, Walgrave, S, Leonisio, R, Miller, L y Strijbis , O. "The tie that divides: Cross-national evidence of the primacy of partyism". European Journal of Political Research. DOI: 10.1111/1475-6765.12228
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Journal
European Journal of Political Research