La expansión del cultivo de la caña de azúcar en Brasil para la producción de etanol fuera de áreas de preservación ambiental o en aquéllas que no se destinan a la producción de alimentos cuenta con potencial para reemplazar hasta un 13,7% del petróleo consumido mundialmente y reducir las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) hasta un 5,6% en 2045.
Estas estimaciones surgen de un estudio internacional con participación brasileña cuyos resultados salieron publicados el día 23 de octubre en la revista Nature Climate Change.
En dicho trabajo, se analizó de qué manera la expansión de la producción de etanol obtenido de la caña dulce podría contribuir para limitar el aumento promedio de la temperatura global a menos de 2 °C, merced a la disminución de las emisiones de CO2 ocasionadas por la quema de combustibles fósiles como la gasolina, según lo acordado por las 196 naciones que firmaron el Acuerdo Climático de París en diciembre de 2015.
Este estudio se realizó en el marco de un proyecto que contó con el apoyo por la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo - FAPESP y del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología del Bioetanol . Participaron del trabajo investigadores brasileños de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Campinas (Feagri-Unicamp), del Instituto de Biociencias (IB-USP) y de la Escuela de Agricultura "Luiz de Queiroz" (Esalq) de la Universidad de São Paulo -todas instituciones brasileñas-, quienes actuaron en colaboración con colegas de la University of Illinois Urbana-Champaign y la Iowa State University, de Estados Unidos, de la University of Copenhagen, la Danish Energy Association y el National Center for Supercomputing Applications, de Dinamarca, y de la Lancaster University, del Reino Unido.
Los científicos emplearon un software desarrollado en la University of Illinois Urbana-Champaign que simula el crecimiento de plantas -la caña de azúcar por ahora- y se basa en parámetros tales como la composición del suelo, la temperatura, la incidencia de las lluvias y las sequías.
Se simuló el crecimiento de la caña de azúcar en el marco de los cambios climáticos proyectados para 2040 y 2050 por los cinco principales modelos de circulación general en tres escenarios distintos.
En el primer escenario, la expansión del cultivo de la caña se limitaría a las actuales áreas de pasturas, que podrían reemplazarse por cultivos de cañamiel, apuntadas por la Zonificación Agroecológica de la Caña de Azúcar (ZAE Caña), editada en 2009 por la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa).
En el segundo escenario, la producción de caña se expandiría no solamente hacia las áreas disponibles para el cultivo identificadas por la ZAE Caña sino también hacia aquéllas que no serán necesarias para cultivos alimentarios y para la alimentación de animales, y que podrían destinarse entonces a la caña de azúcar considerando el incremento de la demanda de alimentos durante las próximas décadas debido al aumento poblacional.
En tanto, el tercer escenario es igual al segundo, con la diferencia de que incluye áreas de vegetación natural y seminatural que podrían convertirse legalmente en áreas de cultivos de cañamiel.
Todos estos escenarios excluyeron áreas ambientalmente sensibles, que no pueden utilizarse para actividades agropecuarias o industriales, tales como la Amazonia y el Pantanal.
Los análisis indicaron que el cultivo de la caña de azúcar para la producción de etanol podría expandirse entre 37,5 millones y 116 millones de hectáreas en los tres escenarios. De esta forma, el etanol obtenido de la caña dulce podría aportar un equivalente del suministro de entre 3,63 millones y 12,77 millones de barriles de petróleo bruto por día en 2045 en el escenario estimado de cambio climáticos, al tiempo que se aseguraría la preservación de áreas de bosques y destinadas a la producción de alimentos.
De este modo, sería posible reducir entre un 3,8% y un 13,7% el consumo de petróleo bruto y entre un 1,5% y un 5,6% las emisiones globales netas de CO2 en 2045 con relación a los datos de 2014.
"Nuestros resultados muestran que es posible conciliar las dos metas principales que asumió Brasil en el acuerdo de París: la preservación de ambientes naturales, especialmente la Amazonia, y el aumento de la producción de energía renovable", declaró Marcos Buckeridge, docente del IB-USP y uno de los autores del artículo, a Agência FAPESP.
"El estudio muestra el valor y el coraje de Brasil al inventar el etanol como biocombustible y de implementarlo como solución en todo el país. Este potencial de expansión del cultivo de la caña de azúcar no tendría sentido si no contásemos con una agricultura y una industria funcionando, e indica que debemos concentrarnos fuertemente en la ciencia y la tecnología de la caña durante los próximos años. Debemos terminar el trabajo que empezamos: el del etanol de segunda generación", dijo.
Una solución aplicable
Los autores del estudio destacan que el etanol de caña de azúcar aporta una solución aplicable a corto plazo para reducir las emisiones de CO2 del sector de transporte global.
Según los investigadores, la producción de etanol a base de caña de azúcar en Brasil es actualmente mucho más eficiente que la producción de etanol de maíz y genera tan sólo un 14% de las emisiones de dióxido de carbono del petróleo. Asimismo, las emisiones de CO2 resultantes de la alteración en el uso del suelo para el cultivo de la caña se compensan en tan sólo entre dos y ocho años, subrayaron.
"Su rápida aplicación resulta fundamental, pues esto es lo que necesitamos para acelerar las respuestas de la sociedad a los cambios climáticos. Todo indica que sobrepasaremos el aumento de 1,5 °C en 2030. Faltan pocos años y el etanol brasileño podrá ser de grande ayuda para el planeta", dijo Buckeridge.
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Nature Climate Change