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Seamos realistas sobre el poder del pensamiento positivo: un nuevo estudio

Los realistas experimentan el nivel más alto de felicidad a largo plazo

Peer-Reviewed Publication

University of Bath

Realists Experience the Highest Long Term Happiness

video: Dr Chris Dawson, Associate Professor in Business Economics at the University of Bath's School of Management discusses his research suggesting optimism is not the route to long term happiness view more 

Credit: University of Bath, UK

Desde hace tiempo, se ha ensalzado el pensamiento positivo como la ruta a la felicidad, pero puede que haya llegado la hora de dejar los libros de autoayuda, dado que un nuevo estudio ha demostrado que los realistas disfrutan de un sentimiento de bienestar a largo plazo mayor que el que experimentan los optimistas.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Bath y del London School of Economics and Political Science (LSE) analizó las expectativas económicas de un grupo de personas y las comparó con los resultados reales que se dieron durante un periodo de 18 años. Se descubrió que, cuando se trata de la felicidad, el sobreestimar los posibles resultados se asocia a un bienestar menor que cuando se fijan expectativas más realistas.

Los hallazgos señalan los beneficios de tomar decisiones basadas en valoraciones precisas e imparciales. Estos ponen en tela de juicio el "poder del pensamiento positivo", el cual presenta el optimismo como una auto profecía, según la cual, creer en el éxito llevará a ello, así como a la felicidad inmediata generada al imaginarse un futuro positivo.

Esto no quiere decir que el pensamiento positivo deba ser reemplazado por el negativo. Los pesimistas tampoco se comparan favorablemente con los realistas, lo cual pone en cuestión la idea de que tener bajas expectativas reduce la decepción y ofrece el camino a la felicidad.

Sin embargo, el porcentaje de pesimistas es mínimo comparado con la cantidad de personas, aproximadamente un 80% de la población, que se pueden clasificar como optimistas poco realistas. Estas personas suelen sobreestimar la probabilidad de que pasen cosas buenas y a la vez subestimar la posibilidad de que pasen cosas malas. Tener altas expectativas puede llevarles a grandes dosis de decepción destructiva.

"Hacer planes basados en creencias poco realistas conduce a que se tomen decisiones equivocadas y que probablemente tengan peores consecuencias que aquellas que resultan de creencias racionales y realistas. Esto reduce el bienestar de los optimistas y los pesimistas. Este es el caso en particular cuando se trata de decisiones relacionadas con el empleo, los ahorros, y cualquier decisión que conlleve riesgo o incertidumbre," explica el Dr. Chris Dawson, profesor titular de economía empresarial en el School of Management (departamento de administración) de la Universidad de Bath.

"Creo que para mucha gente, puede ser un alivio que haya investigación que demuestre que no hace falta invertir tiempo y energía intentando pensar positivamente. Observamos que ser realista sobre el futuro y tomar decisiones sensatas basadas en evidencia, puede inducir un sentido de bienestar, sin tener que estar inmerso en una positividad constante."

Los resultados también podrían deberse a las emociones contrapuestas, según los investigadores. Para los optimistas, la decepción podría terminar oprimiendo los sentimientos anticipatorios asociados con esperar lo mejor, lo que reduciría la felicidad. Para los pesimistas, el temor constante de que ocurra lo peor podría superar las emociones positivas de lograr más de lo esperado.

Teniendo en cuenta la crisis de la Covid-19, los investigadores destacan que tanto los optimistas como los pesimistas toman decisiones basadas en expectativas sesgadas. Esto no solo puede llevar a que se tomen decisiones equivocadas, sino también a que no se tomen las precauciones adecuadas frente a las posibles amenazas.

"Los optimistas se consideran a sí mismos menos susceptibles que otros a los riesgos de la Covid-19, con lo cual es menos probable que tomen las medidas cautelares apropiadas. Los pesimistas, por otro lado, podrían verse tentados a no volver a salir de sus casas ni mandar a sus hijos al colegio. Ninguna de estas estrategias parece ser la fórmula apropiada para el bienestar. Los realistas toman riesgos calculados basados en conocimientos científicos de la patología," comenta el coautor Profesor David de Meza del Department of Management (departamento de administración) de LSE.

Los hallazgos están publicados en la revista americana Personality & Social Psychology Bulletin (boletín de psicología social y de personalidad) y están basados en un análisis del British Household Panel Survey (encuesta panel de hogares británicos) - una importante encuesta longitudinal que monitorea a 1.600 individuos anualmente a lo largo de 18 años.

Para establecer quiénes, entre los optimistas, pesimistas o realistas, consiguen el mayor bienestar a largo plazo, los investigadores midieron la satisfacción de vida auto diagnosticada y el sufrimiento psicológico de los individuos. Junto con esos factores midieron también la economía de los participantes y su tendencia a sobrestimarla o subestimarla.

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