La construcción de organoides cerebrales humanos modernos con la variante neandertal de un gen ha proporcionado un acercamiento a la forma en que las sustituciones en este gen afectaron a la evolución de nuestra especie. La capacidad de desarrollar organoides cerebrales con genes arcaicos específicos ofrece una forma de identificar y evaluar las diferencias funcionales entre los genomas estrechamente relacionados de los linajes de homínidos y explorar los cambios evolutivos que subyacen a los rasgos únicos que nos distinguen como humanos modernos de nuestros parientes extintos. Si bien los genomas de los humanos modernos y sus parientes arcaicos neandertales y denisovanos son similares en muchos aspectos similares, las diferencias genéticas entre ellos son de particular interés, ya que podrían informar sobre rasgos importantes para la evolución humana reciente. Por ejemplo, todos contienen NOVA1, un gen conservado desde el punto de vista evolutivo que se sabe que desempeña un papel clave en el desarrollo y la función neurológica. Sin embargo, existen diferencias en la codificación de proteínas entre las variantes humanas modernas y arcaicas. A fin de evaluar la importancia funcional de las variantes de NOVA1, Cleber Trujillo y sus colegas aislaron el gen arcaico del genoma neandertal y utilizaron la tecnología CRISPR-Cas9 para introducir la variante en células madre pluripotenciales humanas. Esto permitió a Trujillo et al. generar organoides corticales humanos modernos que expresan la variante arcaica. De acuerdo con los resultados, la adición indujo un desarrollo más lento y una mayor complejidad superficial en los organoides corticales, así como diferencias en las propiedades electrofísicas del cerebro. Los autores sugieren que esta divergencia genética pudo haber tenido consecuencias funcionales para el desarrollo evolutivo de los humanos modernos.
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