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La importancia de los paisajes del miedo, con sus grandes carnívoros, en los ecosistemas africanos

Peer-Reviewed Publication

American Association for the Advancement of Science (AAAS)

Un nuevo estudio centrado en el parque nacional de Gorongosa, en Mozambique, donde poblaciones enteras de grandes depredadores de mamíferos se extinguieron durante la guerra civil de Mozambique, ilustra cómo la pérdida de los mayores carnívoros en un ecosistema puede tener consecuencias de gran alcance para las poblaciones de presas y plantas, convirtiendo los "paisajes de miedo" en "paisajes sin miedo", en los que unos envalentonados herbívoros pastan y eliminan las plantas. Si bien los resultados de este estudio ilustran la cadena de impactos sobre el ecosistema provocados por la extinción de depredadores causada por el ser humano, los autores afirman que también muestran que el regreso de los carnívoros a estas áreas podría ayudar a revertir los efectos negativos de la actividad humana. La guerra civil de Mozambique (1977-1992) causó estragos en las poblaciones de grandes mamíferos en todo el Gorongosa y provocó una disminución de más del 90 % para todas las especies monitorizadas. Hasta la fecha, la región sigue casi desprovista de depredadores carnívoros como leopardos, perros salvajes y hienas. Sin embargo, los superdepredadores desempeñan un papel esencial en la definición de un ecosistema a través de las cascadas tróficas, un concepto ecológico que describe las complejas, y a menudo indirectas, interacciones entre todos los miembros de la red alimentaria de un ecosistema. Una forma en que los depredadores pueden reducir la abundancia de presas es mediante la creación de paisajes de miedo: hábitats ricos en recursos, pero peligrosos, que las presas tienden a evitar para reducir sus posibilidades de ser comidos. Variando de este modo el comportamiento de los herbívoros, los depredadores pueden crear hábitats en los que pueden prosperar ciertas plantas alimentarias. Sin embargo, en ausencia de carnívoros, estos hábitats que en otro tiempo eran peligrosos pueden convertirse en paisajes libres de miedo, donde unos envalentonados herbívoros pastan y acaban con la abundancia de plantas. Según los autores, las poblaciones de animales devastadas por la guerra en el Gorongosa suponen una valiosa oportunidad para evaluar las cascadas tróficas en grandes mamíferos, difíciles de estudiar de otras formas. Justine Atkins y sus colegas observaron el comportamiento del bushbuck, un antílope que suele mantenerse al reparo de los árboles para evitar a los depredadores. Sin embargo, en Gorongosa al menos en 2002, Atkins et al. pudieron apreciar un cambio en su comportamiento: los bushbuck con un collarín con GPS, al advertir que los depredadores eran menos abundantes, se aventuraban en la desarbolada llanura aluvial para alimentarse, decisión que en otras circunstancias se habría considerado peligrosa. Los autores demostraron que estos cambios eran reversibles. Al imitar la presencia de depredadores mediante grabaciones de sonidos y deposiciones de orina, los intrépidos bushbuck se volvían cautelosos y modificaban su comportamiento en consecuencia, pese a décadas de ausencia de depredadores.

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