Las autoras del artículo, publicado en la revista "Nutrients", observaron que aquellos menores que consumían desayunos con peor calidad nutricional y mayor densidad energética (entendida como más cantidad de calorías por gramos de alimento) tenían mayores niveles de colesterol y de ácido úrico y una mayor resistencia a la insulina. Las investigadoras concluyen que los programas de educación nutricional para mejorar la salud cardiovascular de la población pediátrica deberían incluir recomendaciones específicas dirigidas a disminuir el consumo de alimentos de alta densidad energética en esa primera comida del día.
Las autoras de este artículo, adscritas al Grupo de Nutrición, Ejercicio Físico y Salud (Elikos) del Instituto IS-FOOD, son Lide Arenaza Etxeberria, Idoia Labayen Goñi, María Medrano Echeverría y Maddi Osés Recalde, junto a investigadores de la Universidad de Granada.
"El desayuno no sólo es la primera comida del día, sino que también se puede considerar la más importante --señala Idoia Labayen, profesora del Departamento de Ciencias de la Salud--. A pesar de ello, muchos niños van al colegio sin desayunar, lo que hace que lleguen más hambrientos a la hora de comer y puedan ingerir más cantidad de la que les correspondería. La ausencia del desayuno ha sido previamente relacionada con el exceso de grasa y otros trastornos asociados, por lo que la promoción del desayuno ya se está utilizando como parte de la estrategia en la prevención de la obesidad infantil".
Calidad en el desayuno
Sin embargo, más allá de desayunar o no, la calidad de la primera comida del día también es relevante y aquella ha sido la temática de este trabajo de investigación. "Hemos evaluado los hábitos dietéticos del desayuno de un total de 203 escolares de 8 a 12 años con exceso de peso --indica Idoia Labayen--. Con esos datos, hemos observado que un 13% de los niños no desayunaba a diario y que aquellos que consumían desayunos con peor calidad nutricional y con mayor densidad energética tenían mayores niveles de colesterol y de ácido úrico en sangre y una mayor resistencia a la insulina. Precisamente, una mayor densidad energética del desayuno repercutía negativamente en el metabolismo de la glucosa, incluso en aquellos niños que cumplían con las recomendaciones diarias de actividad física: 60 minutos, en intensidad moderada a vigorosa".
Las investigadoras subrayan que los programas de educación nutricional para mejorar la salud cardiovascular y metabólica de la población infantil deberían poner el foco en la disminución del consumo de alimentos de alta densidad energética, como "los productos ultra-procesados, comúnmente presentes en los desayunos infantiles", según Idoia Labayen.
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Nutrients