Las cicatrices que se han observado principalmente en las colas de ballenas jorobadas son, en muchos casos, el resultado de encuentros con orcas, conocidas también como ballenas asesinas. Un reciente estudio publicado en la revista científica Endangered Species Research, presenta el análisis de las cicatrices en más de 3000 colas de ballenas jorobadas, cuyos resultados indican que los ataques a estos gigantes podrían estar aumentando.
"Nos dimos a la tarea de descubrir dónde, cuándo y a qué edad las ballenas jorobadas son atacadas por las orcas en el Pacífico Sudoriental", comentó Héctor M. Guzmán, ecólogo marino del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
Las orcas, Orcinus orca, como los humanos, son súper-depredadores. Aunque pueden alimentarse de más de 20 especies distintas de cetáceos, por lo general prefieren lobos marinos, osos marinos, peces y aves marinas.
"Debido a que las posibilidades de observar cicatrices en ballenas jóvenes aumentaron en los últimos 20 años, creemos que los ataques de orcas sobre ballenas jorobadas pueden ser más comunes ahora, tal vez debido a la recuperación de las poblaciones reproductoras en el Pacífico Sudoriental después de que se prohibió la caza de estas ballenas", comentó Juan Capella, autor y biólogo marino de Whalesound, Ltd. en Chile.
Este extraordinario equipo internacional estudió fotos de ballenas colectadas en áreas de cría tropicales y poco profundas del Archipiélago de las Perlas en Panamá, de la Isla Gorgona y de la Bahía de Málaga en Colombia, y en Salinas y Machalilla en Ecuador, además de áreas de alimentación en aguas frías del Estrecho de Magallanes en Chile y el Estrecho de Gerlache en la Península Antártica occidental. Descubrieron que el 11.5 por ciento de las ballenas adultas y el 19.5 por ciento de las crías mostraban cicatrices de mordidas de orcas, cifras similares a las reportadas en el Pacífico Norte, el Atlántico Norte, el este de Australia, Tonga y Nueva Caledonia.
"La cantidad de cicatrices en una ballena no parece cambiar de un año a otro, lo que sugiere que las orcas atacan principalmente a las crías durante la temporada de reproducción en los trópicos y/o durante su primera migración. Las cicatrices se mantienen por el resto de sus vidas", comentó Fernando Félix, biólogo marino de la Pontificia Universidad Católica y del Museo de Ballenas en Ecuador. Debido a que había una mayor proporción de ballenas jóvenes con cicatrices de orcas en las áreas de alimentación que en los sitios de reproducción, los investigadores concluyeron que los animales jóvenes son el blanco preferido de las orcas.
Las ballenas hembras con cicatrices, es decir, que fueron atacadas por orcas cuando eran crías, produjeron un mayor número de crías que las hembras sin cicatrices, lo que sugiere que tal vez fueron mejores para evadir a las orcas y defender a sus crías del ataque porque en el pasado habían sobrevivido a uno.
"Queremos resaltar la importancia de los estudios transnacionales para comprender mejor los entornos marinos y sus habitantes, ya que deseamos recomendar políticas que funcionen tanto para la salud de los océanos como para los beneficiarios de su riqueza", comentó Guzmán.
Las afiliaciones de los autores también incluyen: Fundación Yubarta, Colombia e Instituto de la Patagonia, Chile.
El Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, en ciudad de Panamá, Panamá, es una unidad de la Institución Smithsonian. El Instituto promueve la comprensión de la naturaleza tropical y su importancia para el bienestar de la humanidad, capacita estudiantes para llevar a cabo investigaciones en los trópicos, y fomenta la conservación mediante la concienciación pública sobre la belleza e importancia de los ecosistemas tropicales. Sitio web: http://www.stri.si.edu. Video Promocional: https://www.youtube.com/watch?v=M9JDSIwBegk
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Referencia: Capella, J.J., Félix, F., Flórez-González, L., Gibbons, J., Haase, B. and Guzman, H.M. 2018. Geographic and temporal patterns of non-lethal attacks on humpbacks whales by killer whales in the eastern South Pacific and the Antarctic Peninsula. Endangered Species Research. Doi: 10.3354/esr00924
Journal
Endangered Species Research