El arqueólogo histórico Konrad A. Antczak, investigador Marie Sk?odowska-Curie del Departamento de Humanidades de la UPF y miembro del Grupo de Investigación en Colonialismo, Género y Materialidades (CGyM), ha regresado recientemente de su trabajo de campo arqueológico en las islas holandesas de Curazao y Bonaire, en el Caribe sur. En esta región ha realizado excavaciones en las que ha localizado un campamento con un almacén de trasbordo de mercancía, en el que ha hallado gran diversidad de objetos de la vida cotidiana.
Esta salida forma parte del proyecto ArCarib (Arqueología del Comercio Informal en el Caribe Colonial), del cual Konrad A. Antczak es investigador principal, con la supervisión de Sandra Montón Subías, profesora de investigación ICREA-UPF del Departamento de Humanidades y coordinadora de CGyM. ArCarib, financiado por la Unión Europea a través de su programa Horizonte 2020 con cerca de 173.000 euros, se inició en abril de 2019 y se alargará hasta mayo de 2021.
Comercio informal de las colonias españolas con las islas holandesas
El proyecto investiga lo que Konrad A. Antczak ?en vez de "contrabando"? prefiere llamar "comercio informal", citando por un lado el restrictivo monopolio comercial español, y por otro, la ineficiencia española en abastecer debidamente a sus colonias con productos básicos, hecho que las empujó a comerciar informalmente con puertos extranjeros. Este comercio floreció entre la provincia española de Venezuela y las islas holandesas de Curazao y Bonaire durante los siglos XVII y XVIII.
"El Reino de España era muy restrictivo comercialmente y sólo podía hacer comercio con España y con otros de sus dominios, y los holandeses y los judíos que vivían en la isla de Curazao vieron que la costa venezolana estaba desabastecida de productos básicos. Los barcos procedentes de España venían muy rara vez, y la gente que vivía en la costa necesitaba cerámicas, telas, comida: se dieron cuenta de que había un espacio para hacer este comercio con las islas holandesas, que beneficiaba a ambos lados", explica Konrad A. Antczak.
Las excavaciones en Bonaire y Curazao descubren gran cantidad de objetos
Una investigación innovadora que analiza el impacto del comercio en la sociedad
ArCarib es el primer proyecto arqueológico que transciende la frontera marítima entre las islas y Venezuela y busca entender cómo los bienes que se comerciaban por vía marítima ?principalmente el codiciado cacao venezolano y otros artículos menos conocidos como lozas criollas y cerámicas europeas? impactaron las sociedades insulares y de tierra firme.
La investigación del proyecto ArCarib se centra en cómo afectó el comercio marítimo informal de cerámica en el sudeste del Caribe de los siglos XVII y XVIII en la vida cotidiana de las comunidades de las islas Aruba, Curazao, y Bonaire y de la costa venezolana, en particular su formación identitaria y los procesos y relaciones de género.
Aunque se ha estudiado mucho la historia socioeconómica y política y los impactos de este comercio arraigado en la región, aún se sabe poco de sus dimensiones materiales y de cómo la indispensable cerámica de contrabando cambió o mantuvo las identidades y las relaciones de género de los pueblos de las sociedades coloniales de las islas y del continente.
Se puede seguir la evolución del proyecto ArCarib y entrevistas a sus protagonistas a través de su página de Facebook y en Twitter.
Durante este segundo trabajo de campo se realizaron excavaciones arqueológicas en la deshabitada isla de Klein Bonaire, ubicada frente a la isla de Bonaire, y en una plantación sefardí en una de las amplias bahías internas de Curazao. Las excavaciones en Klein Bonaire revelaron lo que Konrad A. Antczak supone que fue probablemente un campamento de administradores de un almacén de trasbordo de mercancías, cuya ruina todavía permanece en el sitio, y donde almacenaban bienes que los comerciantes curazoleños llevaban y traían de tierra firme.
Entre los numerosos hallazgos en el sitio, que reflejan la vida cotidiana en este campamento de la primera mitad del siglo XVIII, se descubrieron hebillas de zapato, cucharas de peltre, monedas, fragmentos de armas y hasta dos balas de cañón que fueron posiblemente disparadas hacia el campamento durante alguna refriega. Además, se halló una cantidad importante de loza criolla -ollas de cocina de elaboración artesanal- que el investigador va a someter a análisis arqueométricos en la Universidad de Barcelona- para entender si fueron traídas de Venezuela junto con los sacos de cacao.
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