La Caatinga es el único bioma que se encuentra exclusivamente en territorio brasileño y alberga la mayor área continua de bosque tropical estacionalmente seco del mundo. Sin embargo, actividades antrópicas como la ganadería, la agricultura y la extracción de leña han provocado procesos de degradación ambiental a gran escala que, junto con el cambio climático, pueden incluso llevar a la desertificación.
Un estudio realizado en áreas de explotación ganadera en la región semiárida del estado de Pernambuco reveló que la simple interrupción del pastoreo no restauró la salud del suelo. Los investigadores recomiendan iniciativas complementarias, como el abono verde y la plantación estratégica de árboles, que han demostrado ser prometedoras en otros biomas tropicales. Este manejo activo puede acelerar la restauración de diversas funciones del suelo, promoviendo el aporte de carbono y nitrógeno al sistema, además de mejorar el ciclo de nutrientes y la biodiversidad.
Esta investigación de largo plazo se está llevando a cabo en Pernambuco para evaluar los impactos del sobrepastoreo (exceso de animales en el pasto) a largo plazo, una condición típica de la región, y los efectos del aislamiento de parcelas para excluir a los animales. Las investigaciones forman parte de la Red Perene, dentro del Observatorio Nacional de la Dinámica del Agua y del Carbono en el Bioma Caatinga (CBC), un Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología (INCT) cofinanciado por el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) de Brasil. Los resultados fueron publicados en el Journal of Environmental Management.
“Comparamos los suelos de los tres tipos de cobertura más comunes en la región: bosques densos preservados, bosques abiertos en regeneración después de la deforestación y el pastoreo prolongado, y pastizales con un historial de sobrepastoreo durante décadas. El estudio mostró que el sobrepastoreo compacta el suelo y reduce la disponibilidad de nitrógeno, carbono, biomasa microbiana y proteínas del tipo glomalina, comprometiendo funciones físicas, químicas y biológicas esenciales. También verificamos que la retirada de los animales de estas áreas [que fueron cercadas para evitar el pastoreo] no trajo mejoras significativas, incluso después de tres años de recuperación espontánea del suelo”, explica Wanderlei Bieluczyk, investigador del Centro de Energía Nuclear en la Agricultura de la Universidad de São Paulo (Cena-USP) y primer autor del artículo.
Él informa que, a escala regional, la transición del bosque denso a los pastizales degradados provocó una pérdida de 14,7 toneladas de carbono por hectárea. Extraído del suelo, en profundidades de hasta 20 centímetros, ese carbono acaba oxidándose y siendo liberado a la atmósfera, contribuyendo así al calentamiento global. En esa misma transición, el estudio registró una caída regional del 18 % en un índice holístico de salud del suelo. “Desarrollamos un índice de salud del suelo basado en múltiples funciones edáficas [es decir, pertenecientes o relativas al suelo], integrando indicadores físicos, químicos y biológicos. En cuanto a los indicadores biológicos, como el carbono de la biomasa microbiana, la beta-glucosidasa y la glomalina, la conversión de bosque a pastizal redujo sus valores en más del 45 %.”
Cabe recordar que “salud del suelo” es un concepto que se refiere a la capacidad del suelo para sustentar la biodiversidad, incluidos microorganismos, plantas y animales, manteniendo funciones esenciales como la absorción y retención de agua, la resistencia a la erosión y el ciclo de nutrientes, entre otras que el estudio evaluó. Este concepto se aplica a diversos entornos, desde ecosistemas preservados hasta áreas agrícolas productivas.
“Quedó claro que el sobrepastoreo causa una degradación severa de la salud del suelo en la Caatinga y que la simple exclusión de los animales no es suficiente para restaurar las funciones del suelo en pocos años tras el aislamiento del área. La recuperación de las zonas degradadas por el manejo inadecuado de los pastizales, especialmente debido a la presión excesiva del pastoreo, es un proceso desafiante y probablemente requiera prácticas adicionales, como el uso de abono verde y la plantación estratégica de árboles, para acelerar la restauración ecológica del suelo”, subraya Bieluczyk.
El abono verde es una práctica que consiste en sembrar o plantar especies vegetales conocidas como abonos verdes, con el objetivo de mejorar la fertilidad y la estructura del suelo. Esta técnica ha tenido éxito, por ejemplo, en la restauración forestal del bioma Mata Atlántica. Generalmente compuestas por leguminosas o gramíneas, estas plantas contribuyen a la fijación de nitrógeno, al reciclaje de nutrientes y a la protección del suelo con su biomasa. Tras alcanzar una etapa específica de desarrollo, pueden ser cortadas e incorporadas al suelo o, de forma natural, entrar en senescencia bajo la sombra del dosel de los árboles en regeneración. De esta manera, el suelo se protege contra la erosión, retiene más humedad y recibe un suministro gradual de nutrientes a medida que la biomasa se descompone.
En cuanto a la plantación estratégica de árboles, se plantan especies de rápido crecimiento y capaces de formar en poco tiempo un dosel denso. Así, el suelo se protege de la insolación excesiva y gradualmente se crea un “ambiente forestal” bajo las copas, lo que favorece la germinación y el desarrollo de diversas especies regenerativas en ese ambiente ahora más propicio.
Todo esto debe considerarse a la luz de la gran especificidad del bioma Caatinga, como explica Ana Dolores Santiago de Freitas, profesora de los programas de posgrado en Agronomía y Ciencias del Suelo de la Universidad Federal Rural de Pernambuco (UFRPE) y coordinadora del proyecto en cuestión. “La Caatinga es un bioma diferente de los demás existentes en Brasil debido al clima semiárido, que solo se da en la región Nordeste. En él se combinan la escasez e irregularidad de las lluvias con la gran pérdida de humedad del suelo y de las plantas debido a las altas temperaturas durante todo el año, como resultado de su ubicación cerca del Ecuador. La larga convivencia con este clima llevó a varios procesos de adaptación de las plantas. La mayoría de los árboles y arbustos pierden sus hojas en la época seca; como tienen vida corta, las hojas son delgadas, con poca biomasa, y se forman rápidamente cuando empiezan las lluvias; hay muchas herbáceas de ciclo de vida corto, que solo aparecen en la temporada de lluvias, y muchas plantas suculentas, como las bromelias, o espinosas y sin hojas, como los cactus”, afirma Freitas.
La investigadora añade que la escasa variación en la temperatura y luminosidad y la disponibilidad de agua regulan la vegetación, creando un mosaico de situaciones. “Los bordes del bioma con la Mata Atlántica, al este, y el Cerrado [bioma de sabana brasileña], al oeste y sur, reciben un poco más de lluvia; al igual que las zonas más elevadas del núcleo semiárido. En toda la región, la topografía influye, con los valles recibiendo el agua que escurre desde las laderas. A esto se suma la mayor variabilidad de tipos de suelo de Brasil, desde los más profundos hasta los más superficiales y desde los poco hasta los muy fértiles, con tipos contrastantes en áreas muy cercanas. Toda esta variabilidad ambiental dio lugar a una flora muy diversa, con miles de especies, una de las más ricas entre las regiones semiáridas del mundo”, enfatiza.
Según Freitas, debido a las varias décadas de uso inadecuado e insostenible de la vegetación nativa como recurso forrajero, la Caatinga se encuentra en un estado de degradación ecológica muy elevado. Bieluczyk detalla el paso a paso del proceso de degradación: “Todo comienza con la retirada de la vegetación nativa, la extracción de madera y las quemas. Luego viene la implantación de pastizales y la compactación del suelo, causada por el pisoteo excesivo del ganado. El suelo compactado dificulta la infiltración del agua y el crecimiento de las raíces, apareciendo muchas zonas con suelo expuesto. Y todo esto lleva a la pérdida de nutrientes y de la salud del suelo.”
El investigador refuerza la necesidad de políticas públicas orientadas a la recuperación de la Caatinga y al manejo sostenible de las actividades agropecuarias, garantizando la preservación de los servicios ecosistémicos del bioma.
El estudio publicado en el Journal of Environmental Management se llevó a cabo en áreas localizadas en tres municipios del semiárido de Pernambuco: Araripina, Sertânia y São Bento do Una. En estas localidades se realizaron recolecciones de suelo y muestreos de vegetación para evaluar los impactos de la degradación y las primeras señales de recuperación. La investigación es fruto de una colaboración entre la USP, la UFRPE, la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), el Instituto Nacional del Semiárido (INSA) y la Universidad Federal del Agreste de Pernambuco (UFAPE). Recibió apoyo de la FAPESP a través de cuatro proyectos (2014/50279-4, 2020/15230-5, 2022/07490-2 y 2023/18333-8).
El artículo From overgrazed land to forests: assessing soil health in the Caatinga biome puede ser accesado en: doi.org/10.1016/j.jenvman.2024.124022.
Journal
Journal of Environmental Management
Article Title
From overgrazed land to forests: assessing soil health in the Caatinga biome
Article Publication Date
10-Jan-2025