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Científicos, agricultores y gestores colaboran para evitar el declive del sisón, un ave esteparia en peligro

Generar confianza y cooperación entre diferentes sectores

Peer-Reviewed Publication

University of Barcelona

Científicos, agricultores y gestores colaboran para evitar el declive del sisón, un ave esteparia en peligro

image: El estudio revela cómo cambiar las prácticas agrarias y aumentar la superficie destinada a los barbechos puede ayudar a preservar las poblaciones de esta especie gravemente amenazada por la actividad humana. view more 

Credit: Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC)

La colaboración entre científicos, agricultores y gestores es decisiva para mejorar la protección del sisón, un ave esteparia considerada en peligro de extinción en España debido a las actividades humanas. Con la reducción de hábitats naturales, el incremento de regadíos y la urbanización del territorio, cada vez hay menos superficie que garantice la supervivencia de esta especie tan vulnerable. Un artículo publicado en la revista Biological Conservation revela cómo la cooperación entre diferentes actores es clave para encontrar respuestas y evitar el declive de las poblaciones más amenazadas del sisón.

El trabajo, que es un ejemplo pionero de conservación adaptativa, lo firman los expertos Santi Mañosa, de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona, y Gerard Bota, del Grupo de Biología de la Conservación del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC).

Un ave esteparia en peligro

Para las aves como el sisón (Tetrax tetrax), cada vez es más difícil encontrar hábitats adecuados a causa de la reducción del paisaje estepario y de la desaparición de la agricultura y la ganadería tradicionales. El artículo confirma que aumentar la superficie agrícola de barbecho —es decir, la tierra de cultivo no sembrada— ayuda a estabilizar la población del sisón en Cataluña.

«Esta estrategia actúa positivamente sobre el sisón, sobre todo porque incrementa el éxito reproductor, ya que proporciona a la especie todo aquello que ha desaparecido en los ambientes agrícolas de secano como resultado de la intensificación de las prácticas agrícolas», detalla el profesor Santi Mañosa, del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la UB.

«Durante la primavera —continúa— encuentran alimento, lugares para que los machos hagan su parada nupcial para atraer a las hembras, aparearse, hacer nido y alimentar a los polluelos. En verano y en otoño, y buena parte del invierno, cuando los cultivos se siegan y se labran, los barbechos son los únicos espacios con cierta cobertura vegetal suficiente para proporcionar refugio y alimento a las bandadas de sisones que, una vez terminada la reproducción, se vuelven gregarios».

Sin embargo, los barbechos han perdido mucho interés desde una perspectiva productiva y agronómica, y están en regresión en todo el territorio. «Entre 2009 y 2018, se ha perdido un 21 % de la superficie de barbechos en Cataluña, según el último Informe del Estado de la Naturaleza de Cataluña, publicado en 2020, y se ha reducido un 27 % las poblaciones de aves esteparias entre 2002 y 2019, sobre todo por la pérdida de barbechos (como una de las principales causas)», detalla el experto Gerard Bota. «El sisón es uno de los grandes afectados y una de las pocas especies que ha sufrido un mayor declive en Cataluña y en otras zonas de España en poco tiempo. Fruto de esta situación, actualmente está catalogada como una especie en peligro de extinción en España, al mismo nivel de amenaza de otras especies emblemáticas como el quebrantahuesos, el oso pardo o el lince ibérico».

¿Qué hacer además de potenciar los barbechos?

Los modelos poblacionales generados en este trabajo ponen de manifiesto que aumentar la superficie dedicada a los barbechos podría detener el camino vertiginoso de la especie hacia su desaparición, «pero esta medida, aunque imprescindible, no es suficiente para recuperar los efectivos de la población, ya que la mortalidad adulta —especialmente en hembras— es aún excesiva», alerta Santi Mañosa.

«Será imprescindible implementar otras medidas de conservación poco trabajadas hasta la fecha», destaca Gerard Bota. «Por ejemplo, reducir la mortalidad adulta de las hembras, principalmente la de origen antrópico, que es la que podemos gestionar. Sabemos que el sisón es una especie muy sensible a la mortalidad por colisión con líneas eléctricas a causa de su visión frontal relativamente reducida en el vuelo. Sería necesario identificar las principales zonas de agregación post reproductora e invernal y actuar en las líneas eléctricas que hay instaladas para reducir la probabilidad de muerte de los ejemplares. En las zonas más importantes de reproducción y de hibernación, se debería abordar el soterramiento o la eliminación de algunas líneas y, en el resto de zonas, realizar una correcta señalización de líneas con elementos anticolisión».

Generar confianza y cooperación entre diferentes sectores

En 2009 se declararon un total de ocho Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) en los sectores esteparios de la plana de Lleida, con el objetivo de proteger a las poblaciones más importantes de sisón. En una superficie de 47.360 hectáreas, se regulan los usos del territorio para que, en teoría, sea posible el mantenimiento de las poblaciones de aves esteparias. «En estos espacios, la medida más importante que se ha llevado a cabo hasta ahora para favorecer las poblaciones de sisón ha sido arrendar y gestionar hasta 3.400 hectáreas de tierra campa como barbechos, donde los sisones pueden encontrar refugio y alimento para reproducirse y pasar el invierno», explica Mañosa.

Generar espacios de confianza y de cooperación entre diferentes sectores relacionados con el territorio y la conservación de la biodiversidad es la piedra angular para encontrar soluciones a los desafíos ecológicos en sistemas cada vez más complejos.

«La gestión adaptativa es un proceso efectivo que los gestores pueden usar para incorporar la incertidumbre de los resultados en el modelo de gestión, aprender sus acciones realizadas y alcanzar los resultados deseados. En todo este proceso, un paso fundamental es el seguimiento y la evaluación rigurosa de las intervenciones de gestión. Para esto, el trabajo en la misma dirección de diferentes actores implicados en la ejecución —Departamento de Acción Climática y Agenda Rural, empresas públicas, gestores y científicos— ha sido clave para el éxito de la medida», apunta Bota.

Este modelo de conservación adaptativa, «que implica la gestión de sistemas socioecológicos complejos con intereses de colectivos muy distintos, es exportable a otros escenarios que exigen la aplicación de actuaciones —con un resultado desconocido o incierto— con la participación de actores muy diversos», concluye Mañosa.

 


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